sábado, 17 de mayo de 2008

Viejos vicios...

Puso la llave en la cerradura, abrió la puerta y se detuvo un segundo; su cara dejó entrever una mueca de tristeza. Rápidamente, como si alguien pudiera percatarse de su debilidad, cerró la puerta y dejó sus llaves sobre la mesa. Hizo cuatro pasos y cayó rendida sobre el sillón. Miró de reojo el libro junto al teléfono y lo agarró; intentó leer un poco, pero sus pensamientos estaban en otro lado. Dejó el libro en su lugar y caminó hacia el dormitorio, se quitó la ropa y se acostó. El cansancio estaba en todo su cuerpo y no tardó mucho tiempo en dormirse.

Despertó bruscamente, creyendo sentir una caricia sobre su cara. Miró la habitación oscura y buscó el reloj sobre la mesa de luz: "3:40". Llevaba casi cuatro horas dormida. Suspiró con angustia, sus deseos la perseguían hasta en los sueños. Se dio vuelta, acomodó la almohada y cerró los ojos intentando retomar el sueño.
Volvió a sentir una mano, esta vez bajando por su espalda. "No puedo estar soñando" -pensó- y volteó su cara con temor, rogando que sea fruto de su imaginación. Pese a la escasa luz que entraba por la ventana y sus ojos aun entrecerrados, distinguió una figura parada junto a su cama. Gritó asustada e intentó encender la luz, pero la misma mano que antes la tocaba se posó sobre su boca, al mismo tiempo que otra mano sujetaba las suyas, que intentaban alcanzar el interruptor.
Intentó librarse con desesperación, cuando la voz de la persona que la sujetaba la paralizó: - No sería tan malo si te quedaras callada.
La reconoció, había escuchado esa voz antes. Se quedó inmóvil, pensando que esta vez sus sueños habían llegado demasiado lejos. "Estoy soñando", dijo en voz alta, tratando de convencerse.

- Todavía no, querida -replicó el hombre que ya estaba sobre ella
. Bajó el corpiño y pellizcó sin piedad su pezón. Tras el grito de dolor, le dijo - ¿Sigues creyendo que es un sueño?
Asustada, comenzó a gritar otra vez, pero una fuerte cachetada la hizo cambiar de opinión.
- Por favor, continua que es un placer golpearte -le dijo al notar su silencio.

El horror se apoderó de ella, no entendía que estaba sucediendo. Había despertado en mitad de la noche y se había encontrado con aquel hombre dentro de su habitación. No sabía cómo había logrado entrar, pero no se atrevió a decir ni una palabra, permaneció en absoluto silencio mientras él ataba sus manos a la cama.

(continuará...)

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