Ay de mi!! Aaay de mi cuando acepté la propuesta de dar clases de computación en una escuela primaria...
Todo comenzó un apacible día de marzo. Sonó el teléfono, atendí.
Hasta ahi fue lindo. Fui a hablar con la directora, discutimos (es una forma para decir "hablamos", en realidad no discutimos) qué tenia que enseñar, cuánto iba a cobrar (acá dejó de ser lindo)... pero acepté. ¿Por qué lo hice? Tal vez porque en mi imaginación era muy distinto.
Como sea, preparé un discurso para presentarme a los niños y explicarles qué ibamos a hacer durante todo el año, diagramé algunas clases, hice exámenes.
NADA. Nada de eso sirvió.
Al llegar, los niños entraron por la puerta como una avalancha y se arrancaron los pelos por una computadora. No pararon, no se callaron. Terminó el año y ninguno sabía como me llamaba.
Durante 9 meses, dos días a la semana, se repetía la misma escena: niños corriendo por el pasillo, entrando desesperados por la puerta e insultando, gritando, pegando.
Durante los dos primeros meses intenté enseñarles los componentes de una PC y algunas tonterias del Word, pero sólo existia una palabra en sus cabecitas durante mis clases: jueguitos. Y lo repetían hasta que terminaba la hora... o les ponia los jueguitos.
Al cabo de un tiempo, tratar de explicar algo fue imposible. Opté por dejar las computadoras apagadas. Pero sabian prenderlas. Sabían abrir los juegos.
¿Qué hice entonces? Tomé una decisión drástica. Las desconecté. ¿Sirvió? Por supuesto que no, durante toda la clase estaban sacando y poniendo cables de todos lados, intentando encenderlas.
Junté coraje y fui a llamar a la directora. Se calmaron un poco, pero sólo por una clase, luego todo fue igual. En vano fueron mis esfuerzos por intentar enseñarles, intentar que aprendieran algo.
Cuando tomé el primer exámen... ay. Era algo muy simple. Una PC dibujada y debían colocarle los nombres. ¿Qué hicieron ellos? Sí, les colocaron los nombres: los parlantes se llaman raiador (no sé si quisieron poner radiador o rallador); el monitor se llama nicoronda (microondas en español). Hubo otras bestialidades que hirieron mi corazón, pero quedaron encerradas y bloquedas en mi inconsciente.
Pobres maestros.
Todo comenzó un apacible día de marzo. Sonó el teléfono, atendí.
- Hola?
- Buen dia, se encuentra Melina?
- Mmm... soy yo
- Ahh, hola Melina... llamo de la escuela xxxxx para ver si podrías dar clases de computación...
Hasta ahi fue lindo. Fui a hablar con la directora, discutimos (es una forma para decir "hablamos", en realidad no discutimos) qué tenia que enseñar, cuánto iba a cobrar (acá dejó de ser lindo)... pero acepté. ¿Por qué lo hice? Tal vez porque en mi imaginación era muy distinto.
Como sea, preparé un discurso para presentarme a los niños y explicarles qué ibamos a hacer durante todo el año, diagramé algunas clases, hice exámenes.
NADA. Nada de eso sirvió.
Al llegar, los niños entraron por la puerta como una avalancha y se arrancaron los pelos por una computadora. No pararon, no se callaron. Terminó el año y ninguno sabía como me llamaba.
Durante 9 meses, dos días a la semana, se repetía la misma escena: niños corriendo por el pasillo, entrando desesperados por la puerta e insultando, gritando, pegando.
Durante los dos primeros meses intenté enseñarles los componentes de una PC y algunas tonterias del Word, pero sólo existia una palabra en sus cabecitas durante mis clases: jueguitos. Y lo repetían hasta que terminaba la hora... o les ponia los jueguitos.
Al cabo de un tiempo, tratar de explicar algo fue imposible. Opté por dejar las computadoras apagadas. Pero sabian prenderlas. Sabían abrir los juegos.
¿Qué hice entonces? Tomé una decisión drástica. Las desconecté. ¿Sirvió? Por supuesto que no, durante toda la clase estaban sacando y poniendo cables de todos lados, intentando encenderlas.
Junté coraje y fui a llamar a la directora. Se calmaron un poco, pero sólo por una clase, luego todo fue igual. En vano fueron mis esfuerzos por intentar enseñarles, intentar que aprendieran algo.
Cuando tomé el primer exámen... ay. Era algo muy simple. Una PC dibujada y debían colocarle los nombres. ¿Qué hicieron ellos? Sí, les colocaron los nombres: los parlantes se llaman raiador (no sé si quisieron poner radiador o rallador); el monitor se llama nicoronda (microondas en español). Hubo otras bestialidades que hirieron mi corazón, pero quedaron encerradas y bloquedas en mi inconsciente.
Pobres maestros.
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