Así es, las enumero porque son varias. Por supuesto que algunas no son mi culpa, pero este no es ese caso. Me declaro culpable.
La historia tiene lugar hace unos 6 o 7 años, cuando a mi papi se le ocurrió la brillante idea de contratar un servicio de internet (dial-up) y dejar que me conectara.
Al principio no sabía qué hacer, por lo que no pasaba más que unos minutos conectada. Pero no pasó mucho tiempo hasta que descubrí las maravillas del IRC, y fue entonces cuando el problema comenzó. Me quedaba hasta las dos de la madrugada haciendo amistades (y si, en esa época sólo eran amistades, jaja). Hasta que mi papá se cansó y cambió la contraseña de la cuenta de internet.
Pero los vicios no se abandonan de un momento al otro. Y estaba entrando en la desesperación cuando cayó a mis manos una publicidad salvadora: "¡Conectate gratis al 4584-5845!". Por supuesto que lo hice, todo andaba de maravillas! Mi vicio aumentó y ya me quedaba hasta las seis de la mañana. En mitad de la noche hacia unas escapadas que en otra ocasión contaré, y lo dejaba conectado para no perderme la charla. Todo era de ensueño. Bueno, casi todo...
Aaaay de mi cuando llegó la cuenta del teléfono! Al verla debajo de la puerta, ya intuyendo que sería un poquito abultada, la abrí para ver. Quedé inmóvil. Total a pagar: $ 2730 (dólares!, en esa época aun teniamos convertibilidad). ¡¡Tres mil pesos en teléfono!! ¡Mi papá me va a matar!
Desesperé, entré en pánico, di vueltas por toda la casa, y finalmente resolví que lo mejor era dejar la cuenta en su lugar y no decir nada.
Al volver del trabajo, mi papá la vio. Mi corazón andaba a los tumbos.
Hasta que un día, al regresar del trabajo, me dijo que le habían contestado el reclamo. Y que el número que provocó el gasto pertenecía a un proveedor de internet. Era lógico el monto, ya que cada minuto corría como larga distancia nacional... yo lo sabía, pero nunca imaginé que iba a ser tan grave.
No volvió a hablarme, después de los epitetos que me profirió esa noche. Y estaba en todo su derecho. Incluso me parecia que, en su lugar, me hubiera dejado semi inconsciente con su cinturón (no, no tengo fantasias masoquistas con mi papá).
Pero no terminó ahí. Al mes siguiente llegó la otra cuenta. Total a pagar: $ 1600. No, no volví a conectarme después del episodio anterior! Lo que sucedió fue que la empresa facturaba a partir de mitad de mes. Que oportunos.
4500 pesos por el IRC... ouch.
Asi es, señor juez, me declaro culpable.
¿Qué nalga prefiere?
La historia tiene lugar hace unos 6 o 7 años, cuando a mi papi se le ocurrió la brillante idea de contratar un servicio de internet (dial-up) y dejar que me conectara.
Al principio no sabía qué hacer, por lo que no pasaba más que unos minutos conectada. Pero no pasó mucho tiempo hasta que descubrí las maravillas del IRC, y fue entonces cuando el problema comenzó. Me quedaba hasta las dos de la madrugada haciendo amistades (y si, en esa época sólo eran amistades, jaja). Hasta que mi papá se cansó y cambió la contraseña de la cuenta de internet.
Pero los vicios no se abandonan de un momento al otro. Y estaba entrando en la desesperación cuando cayó a mis manos una publicidad salvadora: "¡Conectate gratis al 4584-5845!". Por supuesto que lo hice, todo andaba de maravillas! Mi vicio aumentó y ya me quedaba hasta las seis de la mañana. En mitad de la noche hacia unas escapadas que en otra ocasión contaré, y lo dejaba conectado para no perderme la charla. Todo era de ensueño. Bueno, casi todo...
Aaaay de mi cuando llegó la cuenta del teléfono! Al verla debajo de la puerta, ya intuyendo que sería un poquito abultada, la abrí para ver. Quedé inmóvil. Total a pagar: $ 2730 (dólares!, en esa época aun teniamos convertibilidad). ¡¡Tres mil pesos en teléfono!! ¡Mi papá me va a matar!
Desesperé, entré en pánico, di vueltas por toda la casa, y finalmente resolví que lo mejor era dejar la cuenta en su lugar y no decir nada.
Al volver del trabajo, mi papá la vio. Mi corazón andaba a los tumbos.
- Meli...Pasaron algunos dias y no volvió a decir más nada. Pensé que habia quedado en el olvido y estaba feliz, tranquila; sólo sentía dicha.
- Qué pa? (temblando de miedo)
- Viste esta cuenta??
- Si, vino un montón! (los de la empresa jugando bromas, ja!)
- Pero están locos, quién va a gastar tanto (ay); mañana voy a reclamar
Hasta que un día, al regresar del trabajo, me dijo que le habían contestado el reclamo. Y que el número que provocó el gasto pertenecía a un proveedor de internet. Era lógico el monto, ya que cada minuto corría como larga distancia nacional... yo lo sabía, pero nunca imaginé que iba a ser tan grave.
No volvió a hablarme, después de los epitetos que me profirió esa noche. Y estaba en todo su derecho. Incluso me parecia que, en su lugar, me hubiera dejado semi inconsciente con su cinturón (no, no tengo fantasias masoquistas con mi papá).
Pero no terminó ahí. Al mes siguiente llegó la otra cuenta. Total a pagar: $ 1600. No, no volví a conectarme después del episodio anterior! Lo que sucedió fue que la empresa facturaba a partir de mitad de mes. Que oportunos.
4500 pesos por el IRC... ouch.
Asi es, señor juez, me declaro culpable.
¿Qué nalga prefiere?
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