jueves, 3 de julio de 2008

Todo es cuestión de química

Como no me doy por vencida fácilmente, seguiré intentando seducir a mis defraudados porno-visitantes con las maravillas del mundo BDSM. Les debo aún el relato serio del post anterior, como tantas otras cosas que dejé en la mitad, como las decepciones de mi papi, las historias de mis alocadas mascotas, el relato fantasioso, el tema de los hijos y tantos otros... pero ya llegarán.

Hablando con un sorprendido cibernáuta, surgió el problemático tema: ¿cómo puede una persona disfrutar del dolor? Y ese es justamente la mayor prueba del desconocimiento que tiene la gente sobre los sadomasoquistas. Nadie disfruta del dolor por el dolor en sí, sino por lo que viene a raíz de él.

¿Qué es el dolor? Lecciones de la escuela primaria: el dolor es un mecanismo de defensa del cuerpo, y doy el conocido ejemplo del fuego; cuando uno pone la mano cerca del fuego por un descuido, el cerebro envía señales dolorosas y tu primera reacción es quitarla inmediatamente para proteger tu cuerpo. Como dije antes, el dolor sirve al cuerpo para señalar que algo anda mal, aunque -evidentemente- esto no siempre es así.

Para lograr la sensación de dolor (que es psicológica), se activan numerosos neurotransmisores, uno de los cuáles se encarga de liberar endorfina. ¿Qué es eso? Sin entrar en tecnicismos aburridos, la endorfina hace las veces de analgésico para aliviar el dolor e inhibir la transmisión del mismo. En las sesiones BDSM, la persona sumisa -a pesar de desearlo y saber que no será lastimada- siente temor y el cuerpo se pone en estado de alerta, generando además otra gran sustancia química, que es la adrenalina. De la misma forma que nos sucede al subir a una montaña rusa o practicar algún deporte, la adrenalina hace que nuestro ritmo cardíaco se acelere, nuestra tensión arterial suba y nuestra respiración aumente junto con el nivel de glucosa en sangre, todo esto para preparar el cuerpo para luchar o huir de la situación amenazadora que generó la secreción de adrenalina. Pero falta la consecuencia más interesante, que es la secreción de dopamina, considerada como la hormona del bienestar y responsable de que gran cantidad de drogas produzcan efecto.

Redondeando un poco el panorama: al recibir azotes en las nalgas, la persona experimenta temor y dolor, el cuerpo genera endorfinas para aliviar el dolor y adrenalina para confrontar el temor. A esto se le suma, como efecto secundario, la dopamina que produce un efecto similar al de las drogas (solo que éste es sano).

La ecuación queda así: Dolor/(Endorfina+adrenalina+dopamina)
Y claramente, da un resultado positivo.

¿Hice mucho lío? La cuestión es que no es el dolor lo que produce placer, sino las numerosas hormonas que se generan para combatirlo, que si se inducen el tiempo suficiente producen un éxtasis alucinante. Y son mecanismos que funcionan en todos los seres humanos, sólo es cuestión de probar... ;)

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