domingo, 20 de julio de 2008

El egoísta acto de ser padres

"No te quiero, hijo, por lo que sirves, sino porque eres, porque estás, porque no eres el que observo, sino el que está dentro de mi, en mi imaginación que te construye como ser excepcional que merece ser excepcionalmente amado" - J. Barylko

Hace un tiempo, una lectora (supongo) publicó un comentario en referencia a mi post sobre el pseudo-periodista que criticaba a los padres, en el cual dijo que tener hijos es un acto completamente egoísta. No puedo estar más de acuerdo con esa afirmación, pero no con la connotación negativa que le dio ella.

Es cierto que se tiene hijos sólo para satisfacer una necesidad interior, un deseo, una curiosidad; y con esto, uno no puede menos que ser egoísta. Es cierto. Los que disfrutamos siendo padres, tenemos la gran necesidad de ser necesitados, y ese es nuestro mayor pecado.
Pero entre tener un hijo y procurarle sufrimiento o hacerlo una persona inservible, hay un enorme abismo. El mundo es como es, y así lo acepto. ¿Por qué tendría yo ganas embarcarme en la quijotesca lucha contra el hambre o la contaminación? Reparo en esos problemas que me afectan en mi calidad de ser humano, pero no pienso que eso haga sufrir a mi hijo ni que el agujero de la capa de Ozono lo condene a una existencia tormentosa y vacía de sentido.

Sobre los padres que traen hijos sin querer, también disiento. Soy madre porque así lo quiso el azar, pero disfruto mucho siéndolo. Quien diga que los hijos no sirven para nada, probablemente tenga razón... un hijo no cotiza en la bolsa, no trae utilidades y, por el contrario, supone una gran inversión económica sin beneficios y cercena nuestra libertad. Si, hay que aceptarlo y tenerlo presente, porque esa es la realidad de las cosas. Sin embargo, que reconozca que no tienen utilidad y que no soy madre porque me lo planteé, no significa que vaya a hacer de su vida un paso miserable por el mundo.
Los hijos están ahi para que los amemos, y amar trae sufrimientos, frustraciones, sacrificios, y no siempre produce placer. Sin embargo amo a mis dos hijas y procuro darles todo lo que creo beneficioso para ellas, para que tengan buenos valores y principios sólidos, para que siempre tengan presente que la vida es una batalla que se libra con las armas que uno pudo conseguir a lo largo del camino, que este mundo neoliberal es cruel e injusto pero que lo que realmente importa no es el bienestar, sino estar bien con uno mismo. Las educo para que siempre tengan ganas de superarse y no se dejen llevar por las frustraciones, para que sepan discriminar el bien del mal, para que sean personas con calidad humana, tolerantes y de mente abierta. Intento estimularlas para que piensen, para que no repitan lo que escuchan y lo analicen primero, para que puedan forjar opiniones propias, para que conozcan el placer de la lectura y el poder de la imaginación, para que sientan deseos de conocer y aprender.

He leído casi una docena de libros de maternidad porque, a mis 18 años, tenia miedo de no poder hacer un buen trabajo. Aun lo tengo, lamentablemente la educación de los niños no se aprende en los libros, y no hay recetas mágicas que nos alivien la tarea o nos quiten el miedo. Pero hoy, a los 4 añitos de mi hija, estoy un poco más relajada.
Los padres no le deben nada a sus hijos, y ellos tampoco le deben nada a los padres. Uno es padre por convicción propia, y nunca espera que sus hijos tengan que devolverle nada.

El comentario de la lectora tiene mucho de individualismo, "lo que no me es útil no sirve". Los hijos no se miden con títulos de mercado, y si ese es tu pensamiento, está bien que no quieras tener hijos, probablemente sea lo mejor para vos y él.
Pero no es justo hacer generalizaciones conceptuales, porque habemos padres que sí nos preocupamos por hacer mejor a nuestro hijo, aunque el día a día de la crianza sea dolorosa y cueste mucho.

Pero un día los mirás, y pensás: valió la pena.


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