lunes, 26 de julio de 2004

Mascotas

Hace poco murió, o eso creo, uno de mis gatos. Llegó un día a la ventana de mi patio a comer, como de costumbre, cerca del mediodía. Abrí la puerta, lo dejé entrar, puse un poco de alimento en su comedero y… nada. Ni lo tocó. Me pareció increíble, porque era bastante gordo y comía mucho. En cierta ocasión el veterinario me dijo que lo veía con un poco de sobrepeso, pero no sé que tiene que ver. Tenía poco más de un año, me lo había regalado una nena de unos 4-5 años en una plaza. Era muy chiquito, habrá tenido un mes, o algo así. Lo quise muchísimo, aún cuando tenía que limpiar cagadas y meadas durante todo el día.

Ese mismo día, después de oler el alimento con cierta repugnancia, se dirigió hacia mi habitación. Solía dormir sobre mi cama, a la altura de los pies. Pero ese día no lo dejé pasar e intenté llevarlo hacia el patio otra vez. Cuando lo quise levantar, para mi sorpresa, emitió un maullido muy raro, como si algo le doliera. Logré sacarlo sin tocarlo y se fue. Al otro día lo esperé, pero no apareció. Ni al siguiente, ni al siguiente. Desapareció. Creo que murió. ¿Habrá estado envenenado, y por eso se quejaba cuando lo tocaba? Supongo que jamás lo sabré. Pero lo extraño. Y me hace sentir muy mal que, en su último día de vida, lo único que hice fue sacarlo, literalmente, a patadas de mi casa. Me siento un desperdicio humano.

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